El mar es místico. Tenemos en nuestra sangre la misma proporción de sal que hay en el océano. Sumergirnos en esta inmensidad revela nuestra esencia, no hay poses en este mundo azul, hay un flujo cósmico de inspiración y se expresa en la ligereza de la bailarina, en un sueño lucido, en la sensación de poder volar, es un estado onírico.
Maternidad bajo el agua representa la captura mágica de la femineidad. La familia inmersa en esta atmosfera etérea, es una metáfora del vientre materno.
Explorar bajo la superficie es una meditación: controlar nuestra respiración es controlar nuestra mente. Bucear es una búsqueda para retar nuestros límites, y reconocer nuestro ser, sin reflejos ni máscaras.
Experimentemos la magia…